Siglo V a. C, época de uno de los grandes filósofos de la historia: Sócrates. Atenas vio su nacimiento, pero también vio el nacimiento de muchas otras celebridades. Mientras ante el mundo se veían solo esas grandes cosas, en las sombras de la ciudad se llevaban a cabo las más bajas pasiones de los hombres.
Se decía que un maestro debía enseñar todo a su alumno, es por eso que los iniciaban también en el placer carnal. Pero no solo los filósofos o matemáticos se dejaban llevar por esas necesidades que muchos parecían querer obviar. Grandes nobles y mercaderes de prestigio caían en la tentación, comprando esclavos con la única intención de que calentaran sus camas.
El perfil escogido siempre era el mismo: jóvenes de 16 a 20 años, de familias pobres y que harían lo que fuera por llevarse algo que comer a la boca. Sin embargo, llegó un momento en que los compradores se volvieron más exigentes. El mercado de esclavos empezó a proveerse de jóvenes de buena familia, buscaban a aquellos que no fueran herederos, pues esa desaparición no solía tener importancia.
A vistas de poder disfrutar de su pecado, varios nobles crearon el llamado Atrio de los Pecados. El lugar solo podía ser conocido por aquellas personas seleccionadas de forma exclusiva por los dueños de la enorme mansión. Allí podían ir con sus esclavos y, en caso de aquellos que tuvieran discípulos podían llevar a su predilecto. En ocasiones especiales creaban fiestas donde ofrecían nueva mercancía a probar y, de quedar satisfecho el socio, ser comprada.
Esta práctica es bastante común actualmente, muchos de los grandes filósofos, astrónomos y otros cientos de hombres importantes son socios y llevan a sus mejores discípulos y esclavos para disfrutar del placer de la carne. Pero no sólo ellos acuden, sin que nadie los reconozca, los dioses acuden a este lugar de pecado a buscar algo de diversión. Escogen con cuidado a aquellos jóvenes que compartirán su juventud eterna con ellos.
¿Quieres verlo con tus propios ojos? Entra al Atrio de los Pecados y disfrutarás del máximo placer.
el Atrio de los pecados